LA CONSTRUCCION ESTÁ ENFERMA

Columna escrita por el reconocido prevencionista de la ciudad de Resistencia, Ing. Osvaldo Ayala.

Ingeniero electromecánico y especialista en higiene y seguridad.

Gran referente del área de la construcción en todo el nordeste.

La construcción está enferma. Padece de numerosos males. Está enferma en todas sus etapas: En el diseño, en la ejecución, en el uso, en el mantenimiento, en el vínculo ecológico y hasta su inmolación.

La construcción es como un fenómeno biológico, donde hay un proceso de gestación, evolución y muerte. Me limitaré a la fase de gestación de la obra con el objetivo de analizar sistemáticamente la patología que presenta que puede sintetizarse como carencia grave de seguridad operatoria.

La construcción posee rasgos que le son peculiares, constituyendo un conjunto de fenómenos de naturaleza tal que revelan desórdenes de variada gravedad.

La experiencia determina a priori el diagnóstico que puede sintetizarse como carencia grave de seguridad operatoria.

La Construcción posee rasgos que le son peculiares. El conocimiento metódico de los síntomas facilitará la búsqueda de “la terapia”.

Dada la “Patología de la Construcción” los “remedios” deben responder a un análisis profundo de cada realidad.

La actividad de construir es peligrosa tanto para la salud como para la integridad física.

El accidente en obra es una situación reiterativa, no solo en sus efectos sino también en sus causas.

¿Algo que se sucede con frecuencia puede llamarse “accidente”? si se conoce la causa de un hecho, ese hecho no es accidente.

Puede entonces convenirse que para prevenir efectos no deseables es preciso conocer las causas.

PREVENCIÓN DE ACCIDENTES

Hace mucho tiempo que los accidentes han dejado de ser aceptados por patronos y obreros como consecuencia inevitable del trabajo, como una contribución necesaria al progreso industrial, y la seguridad en el trabajo se ha hecho indiscutible e indispensable. Las legislaciones de todos los países dictan normas e imponen reglamentos para evitar los riesgos y mejorar las condiciones en que se han de desenvolverse las actividades laborales.

Son muchas las dificultades a vencer por la seguridad en el trabajo, tanto por parte de las Empresas como por parte de los obreros. En primer lugar, la Empresa no valora ciertamente las consecuencias del accidente, y, en segundo lugar, el obrero desprecia las normas preventivas por un exceso de familiaridad con el trabajo que realizaba. En unos cosos, por considerar que la prevención le hacía parecer ante sus compañeros como cobarde. Unos y otros, Empresas y obreros, han ido ahondando en lo que verdaderamente es la seguridad en el trabajo, y se ha llegado a hacerla imprescindible para la buena marcha de la organización industrial con el mejor y más humano aprovechamiento de la mano de obra y mayor garantía para el bienestar obrero.

La seguridad en el trabajo encierra múltiples valores sociales, puesto que el trabajador elimina con la observación de las normas preventivas, la consecuencia de riesgo que antes solo preveía un seguro en el que, desde luego, no estaban compensadas las posibilidades laborales del obrero, al que un accidente podría cercenar todas las satisfacciones a que su esfuerzo en el trabajo le daba derecho.

Esta perfectamente claro que la seguridad, tanto para la Empresa como para en trabajador, ofrece características tanto sociales como económicas, pues sabido es que el accidente lleva consigo una larga consecuencia de entorpecimiento, dificultades y perdidas económicas que no interesan ni social ni económicamente a nadie.

Son todas estas razones más que suficientes para establecer el interés que existe actualmente entre los empresarios y los trabajadores por la seguridad en el trabajo, interés que se halla apoyado por distintos Organismos oficiales y privados creados ante esta necesidad de hacer afectivo la seguridad en los ambientes laborales argentinos.

Son también ahora frecuentes los congresos, las reuniones, las sesiones de estudio en los que se pone de manifiesto un afán de intensificar los conocimientos sobre estos problemas, establecer un contacto directo con los mismos, imponer un riguroso estudio de la experiencia y una aplicación eficaz de los medios preventivos. Esta inquietud alcanza en la actualidad a ingenieros, médicos, economistas, técnicos, sociólogos, supervisores y obreros. Va de la Dirección al último de los productores, y de estos al más encumbrado miembro de las actividades empresariales.

No hay duda de que en todo este interés por la acción preventiva, el hombre es fundamental, porque incuestionablemente es el elemento esencial del resultado práctico de cualquier esfuerzo industrial y, por tanto, se debe recurrir a todo para evitar el accidente, creado frente a las circunstancias que lo hacen posible los factores ambientales que lo eviten.

Para ello se necesita forjar la opinión que justifique la prevención y, por desgracia en muchos casos, respecto al grado de cultura, hace falta que la opinión que se pretende crear tenga la suficiente influencia para que el sujeto encuentre razonable evitar el accidente. Es preciso conseguir que nada impida al hombre, en cualquiera de sus actividades, defenderse del accidente.

No hay duda que la seguridad en el trabajo es un problema educativo. Es necesario educar en la seguridad para que se responda con fidelidad a la prevención.